Bratislava
Puede parecer extraño que la excursión más recomendada desde Viena sea a la capital eslovaca, pero su proximidad (tan solo las separan 60 kilómetros) y la sencillez del viaje la convierten en una parada imprescindible cuando uno tiene algo de tiempo. Aunque lo más fácil y práctico es ir en tren (una hora escasa, alrededor de 14€ ida y vuelta, con transporte público en Bratislava incluido en el precio); si uno dispone de tiempo, algo de dinero y sol, también se puede plantear ir en barco por el Danubio.Nuestra Guía de Bratislava: GuiadeBratislava.com Bratislava es una capital pequeña (450.000 habitantes), cuyo centro histórico se recorre sin problemas y sin prisas en un par de horas (parándose en todo lo que hay que pararse, si no, en 20 minutos te conocerás todas las calles). Situada a la orilla del Danubio y vigilada desde lo alto de una colina por el Castillo de Bratislava, la ciudad reúne en su diminuto centro histórico torres medievales, iglesias góticas y palacios barrocos que dan una idea de la importancia estratégica e histórica que ha tenido a lo largo de los siglos.Piérdete por sus callejuelas empedradas, entra por la puerta de Miguel (Michalská brána), visita la plaza del Ayuntamiento, descubre la casa más estrecha de Europa y cruza el Novy Most (Puente Nuevo) para dar un paseo por las orillas del río. Todo sin olvidar hacerte una foto con los múltiples hombres de hierro que habitan los rincones de la ciudad.
Vale la pena alejarse un poco del centro para subir al Castillo, cuyos orígenes se remontan al siglo X y desde el que se dispone de una vista privilegiada de toda la ciudad vieja. Otro desvío casi imprescindible es el que te llevará a la Iglesia de Santa Isabel (la Iglesia Azul), construida en estilo Art Nouveau. A la hora de comer, huye del centro y encuentra el Slovak Pub: rústico, con buena comida y barato.
Eisenstadt
A tan solo 40 km de Viena nos encontramos con esta pequeña y adorable ciudad, capital del distrito de Burgenland, que aún guarda en sus calles vestigios de la importancia que tuvo durante la época del Imperio Austrohúngaro. Además de pasear por su centro, bonito e histórico, no te puedes ir sin hacerle una visita al Schloss Esterházy, castillo del siglo XVII que, aunque aún pertenece a la familia Esterházy, es posible visitar. El compositor Haydyn vivió en Eisenstadt y su casa es ahora un museo (abierto tan solo en los meses de verano) en el que podrás ver desde sus partituras hasta su máscara mortuoria. Si estás en la ciudad a finales de agosto o principios de septiembre, la Fiesta de los 1000 Vinos es tan interesante como su nombre sugiere.
Linz
Si ya era una ciudad joven, animada y cultural antes, al ser elegida Ciudad Europea de la Cultura en 2009, Linz se puso manos a la obra para cumplir (y superar) las expectativas de todo el mundo. Esta pequeña ciudad a la que se llega fácilmente en tren desde Viena (1h30min aprox.) reúne el encanto de los pueblecillos austríacos y la animación típica de las ciudades industriales. ¡No te asustes! A pesar de ser la ciudad industrial más importante de Austria, ha sabido crecer con gusto y sentido práctico dejando todas sus fábricas a las afueras.Pasea por el centro histórico, visita el Castillo y las iglesias, por supuesto, pero no olvides que Linz es también una ciudad de vanguardia que mira constantemente al futuro. No te vayas sin visitar el Ars Electronica Center, cinco plantas que harán las delicias de los enamorados del mundo multimedia y de las nuevas tecnologías.